¿Cómo tomar mejores decisiones?

Temática del ejercicio

Inteligencia emocional y hábitos

Descripción general del ejercicio

Hace un par de newsletters comentamos que había tres actividades claves para la gestión de cualquier proyecto. En las últimas dos newsletters hemos visto dos de ellas: La preparación de reuniones y cómo plantear y hacer seguimiento de los proyectos. Hoy nos toca la última actividad: La toma de decisiones.

Hay muchas formas diferentes de tomar decisiones, sin embargo, lo interesante es encontrar algo sencillo que nos permita usar la cabeza en vez de dejarnos llevar por las emociones. Esto nos valdrá tanto para gestionar un proyecto, como para invertir nuestro dinero o decidir qué hacemos un sábado por la tarde.

Para hacerlo, he cogido algunas buenas ideas de Jeff Bezos, Tim Ferriss, y Fernando Alonso Martín, y las he ordenado en un ejercicio de tres pasos que podemos llevar a cabo ante cualquier decisión.

Cómo lo hago

Lo primero que debemos preguntarnos es si la decisión es reversible o no.

Este es uno de los puntos clave del modelo que ha desarrollado Jeff Bezos (CEO de Amazon) para que en su empresa se tomen mejores decisiones y más rápido. Simplemente diferenciando si una decisión es reversible o no, ya te permite entender la importancia que puede tener a futuro.

Lo segundo es hacer el análisis según el resultado del punto uno.
Si es una decisión reversible, lo que debemos preguntarnos es, ¿cuál es la peor consecuencia que podría suceder a causa de esta decisión? Aquí debemos vigilar no caer en ser demasiado catastrofistas, desde un punto de vista realista ¿qué es lo peor que podría suceder?
Si la decisión no es reversible, vamos a hacer un ejercicio de riesgos/beneficios. Este análisis lo propone Tim Ferriss como un sustituto al típico análisis de pros y contras. De este modo, no solo evalúas los contras de la decisión, sino que también entiendes qué es lo peor que puede pasar. Es diferente que estés valorando el riesgo de perder 10 euros que el riesgo de perder un millón.

Finalmente, decidas lo que decidas, haz un “contrato de Ulises”.

Esta idea sale de Fernando Alonso Martín, que la mencionaba en un podcast de fitness revolucionario.

Como se cuenta en la Odisea, Ulises, para no caer en la tentación de saltar al agua cuando oyese el canto de las Sirenas, pide a su tripulación que lo ate al mástil. El canto de las sirenas son las tentaciones que nos pueden aparecer y hacer que nos olvidemos de la decisión que tomamos.

El contrato de Ulises es simplemente anticiparse a las tentaciones que sabes que pueden hacerte sucumbir, y buscar estrategias para asegurar que no te dejas llevar por ellas.

El ejercicio consiste en hacer un “contrato” contigo mismo, en el que escribas cuál es la decisión que tomas y el racional bajo el que la has tomado, y hasta qué momento te comprometes a llevarla a cabo. El simple hecho de escribirlo ya te obliga a tomar un cierto compromiso, además tener el racional el contrato, te permite volver siempre que lo necesites a revisar el “por qué” estás haciendo lo que haces.

En este contrato, define lo que harás si suceden cualquiera de los riesgos que tienes previstos y qué harás para evitar cualquier tentación que aparezca.

Imagina que decides invertir en una empresa, ¿qué harás si el mercado cae?, ¿venderás? ¿O te comprometes a mantenerte invirtiendo hasta que vuelva a subir?

Imagina que has decidido ir al gimnasio, ¡haz un contrato de Ulises! ¿Qué harás cuando tus amigos te digan de ir a hacer unas cervezas a la misma hora que debes ir al gimnasio? ¿qué dirás exactamente? Y ¿qué harás si al final haces las cervezas y te saltas el gimnasio? ¿dejarás de ir al gimnasio?

Por qué hacerlo y cómo me ha ayudado a mí

Los humanos somos impulsivos por naturaleza y tenemos sesgos cognitivos que nos hacen tomar decisiones irracionales, basadas en prejuicios. En el pasado, esto podía ser un método efectivo de supervivencia. Es decir, cuando aparecía un depredador, tomar rápido una decisión basándonos en un prejuicio, podía suponer la diferencia entre la vida y la muerte. Sin embargo, hoy en día, en el que las decisiones que debemos tomar son a largo plazo, los sesgos cognitivos son más un problema que una ventaja.

Estos tres pasos nos deben permitir reflexionar lo suficiente ante cualquier decisión, para asegurar que no nos dejamos llevar por las emociones y los sesgos cognitivos.

Tomar decisiones correctamente es difícil, sin embargo, tomarlas de forma más racional, no. El problema es que a veces nos falta un método claro para hacerlo. En este ejercicio puedes encontrar uno que a mi me ha funcionado.